En Río de Janeiro (la
capital que acogerá la próxima JMJ de 2013) se escuchó un testimonio en
la emisora de radio 'Rainha da Paz', un médico brasileño que efectuó
durante años el aborto relató su dolorosa e intensa experiencia de
conversión, iniciada después de la muerte de su hija.
"Mi
madre era una simple costurera que trabajaba hasta las madrugadas para
ayudar a mi padre. Mi padre era una guardia nocturno. Por eso se pueden
imaginar el sacrificio que hicieron para tener un hijo médico. Luego
escogí la ginecología y la obstetricia", afirmó.
"Entre
las mayores dificultades enfrentadas como médico recién formado, choqué
con la realidad de lo que es mi profesión. En un largo tiempo los
médicos se vuelven ricos, y yo quería más, quería enriquecerme y tener
más dinero".
"Fue así como violé
el juramento que hice cuando me formaba para dar la vida, para salvar la
vida. Ayudé a muchos niños a venir al mundo, pero también a muchos de
ellos no les permití nacer y me enriquecí escondido tras la máscara de
la vitalidad", agregó el médico.
Sobre
su vida abortista, el experto explicó que "puse un consultorio que en
poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. Y saben ¿qué
es lo que hacía?: abortos".
"Y
como todos los que cometen el crimen, me decía a mi mismo que todas las
mujeres tienen el derecho de escoger y que era mejor que sean ayudadas
por un médico para no correr los riesgos de ir a una clínica clandestina
donde los índices de muertes son alarmantes".
"Y
fue así, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una
familia con muchos bienes, muy rica y que nada le faltaba. Mis padres
murieron con la ilusión de que su hijo era un doctor bien logrado,
exitoso".
"Crié a mis hijas con
el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable
de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida,
trabajaron para la muerte", agregó.
Entrando
al tema de su conversión, el médico explicó emocionado que "sólo paré
cuando Dios en su sabiduría infinita, rasgó mi conciencia e hizo sangrar
a mi corazón con la misma sangre de todos los inocentes que no dejé
nacer".
"Mi hija menor, Leticia,
dejó de respirar por una infección generalizada después de haberse
sometido a un aborto. Ella, de 23 años de edad, salió embarazada y buscó
el mismo camino de tantas otras que me fueron a buscar: el camino del
aborto. Y sólo supe de esto cuando ya nada se podía hacer".
"Al
lado del lecho de muerte de mi hija, vi las lágrimas de todos esos
angelitos que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba
junto a ella".
En Río de Janeiro (la capital
que acogerá la próxima JMJ de 2013) se escuchó un testimonio en la
emisora de radio 'Rainha da Paz', un médico brasileño que efectuó
durante años el aborto relató su dolorosa e intensa experiencia de
conversión, iniciada después de la muerte de su hija.
"Mi
madre era una simple costurera que trabajaba hasta las madrugadas para
ayudar a mi padre. Mi padre era una guardia nocturno. Por eso se pueden
imaginar el sacrificio que hicieron para tener un hijo médico. Luego
escogí la ginecología y la obstetricia", afirmó.
"Entre
las mayores dificultades enfrentadas como médico recién formado, choqué
con la realidad de lo que es mi profesión. En un largo tiempo los
médicos se vuelven ricos, y yo quería más, quería enriquecerme y tener
más dinero".
"Fue así como violé
el juramento que hice cuando me formaba para dar la vida, para salvar la
vida. Ayudé a muchos niños a venir al mundo, pero también a muchos de
ellos no les permití nacer y me enriquecí escondido tras la máscara de
la vitalidad", agregó el médico.
Sobre
su vida abortista, el experto explicó que "puse un consultorio que en
poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. Y saben ¿qué
es lo que hacía?: abortos".
"Y
como todos los que cometen el crimen, me decía a mi mismo que todas las
mujeres tienen el derecho de escoger y que era mejor que sean ayudadas
por un médico para no correr los riesgos de ir a una clínica clandestina
donde los índices de muertes son alarmantes".
"Y
fue así, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una
familia con muchos bienes, muy rica y que nada le faltaba. Mis padres
murieron con la ilusión de que su hijo era un doctor bien logrado,
exitoso".
"Crié a mis hijas con
el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable
de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida,
trabajaron para la muerte", agregó.
Entrando
al tema de su conversión, el médico explicó emocionado que "sólo paré
cuando Dios en su sabiduría infinita, rasgó mi conciencia e hizo sangrar
a mi corazón con la misma sangre de todos los inocentes que no dejé
nacer".
"Mi hija menor, Leticia,
dejó de respirar por una infección generalizada después de haberse
sometido a un aborto. Ella, de 23 años de edad, salió embarazada y buscó
el mismo camino de tantas otras que me fueron a buscar: el camino del
aborto. Y sólo supe de esto cuando ya nada se podía hacer".
"Al
lado del lecho de muerte de mi hija, vi las lágrimas de todos esos
angelitos que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba
junto a ella".
"Fueron seis días
de sufrimiento para que en el séptimo día ella partiese hacia el
encuentro con su hijo, al cual un médico asesino le impidió nacer",
comentó.
"Cansado por las noches
que pasé al lado de mi hija, yo soñé que andaba por un lugar
absolutamente oscuro y muy húmedo, en el que quería respirar pero no
podía, yo quería salir desesperadamente pero fui envuelto por un lugar
en donde el estruendo me dejaba atónito".
"Eran
los llantos dolidos de los niños que en mi pensamiento, como si un rayo
me cortase por la mitad, veía en mi entendimiento: los llantos eran de
dolor, eran los lamentos de los angelitos que yo no dejé nacer. Era la
triste consecuencia de mis actos sin pensar, esos llantos que gritaban
¡asesino!, ¡asesino!", afirmó el médico.
"Asustado
para salir de aquel lugar, pasé mi mano por mi rostro para secar mi
sudor y mis manos se mancharon de sangre! Aterrorizado grité con toda la
fuerza que me quedaba un pedido de perdón: ¡Dios me perdone! Sólo así
logré respirar nuevamente y me acordé de que era tiempo de acoger y
valorar el último respiro de mi hija, que murió por las consecuencias de
la infección que le produzco el aborto. Yo sé eso a través de mi
sueño", agregó.
El experto
comentó que "Dios me hizo entender que a partir del momento de la
fecundación del óvulo existe vida, por lo que entendí que soy un
asesino".
"No sé si algún día
Dios me va a perdonar, pero para restar mi culpa y mi dolor, vendí mi
consultorio y todos los bienes que conseguí con la práctica del aborto y
con ese dinero, construí una casa de amparo para madres solteras y
me dedico hoy a atender y practicar ¡una medicina de verdad!".
"Hoy
soy médico de los pobres, de los desamparados y desvalidos, y los niños
que vienen al mundo a través de mis manos son hijos que adopto pues sé
que tengo una sola misión: traer la vida al mundo y dar condiciones para
que los niños tengan un lugar feliz donde el padre es Jesús".
"Recen
por mí, recen para que Dios tenga piedad de mí y me perdone, porque
tengo la seguridad de que participaré del juicio final", concluyó.
Fuente: Libertad Digital
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