Compartir mi historia podría provocar un poco de enojo. Tal vez hará que algunos se sienten incómodos, incluso podrá herir a otros. Aprendí desde muy temprano en mi vida que no fui puesta en esta tierra para hacer que la gente se sintiera cómoda. Entre el haber nacido de una adolescente y la pobreza, y más tarde convertirme en una huérfana debido al abuso de alcohol y drogas, siempre he tenido un poco de incomodidad a mi alrededor. Así que ¿por qué parar ahora?
Una
chica joven, un bebé nonato, y de repente una decisión que cambia la
vida, así comienza mi historia. La joven no sabe qué hacer, su mundo se
está desmoronando en pedazos; tiene quince años, y su novio acaba de
romper con ella, además se acaba de enterar que está de dos meses de
embarazo. Vencida por el miedo por su futuro se pregunta, ¿qué pensará
la gente cuando se enteren de que está embarazada? ¿Cuál será la
reacción de sus padres? Todos estos temores hacen que ella considere la
posibilidad de aborto.
Para poner las cosas aún peor, la familia de la chica es muy pobre y no puede permitirse tener otra boca que alimentar. Sus padres son alcohólicos, y la vida familiar ya de por sí es muy difícil. Ella tiene miedo de ser expulsada de casa si decide quedarse con el bebé, y ya no mantiene ninguna relación con el padre de su bebé. Todavía está en la escuela... Los pensamientos de tener todo un futuro todavía por delante y cómo con un bebé lo paraliza.
Los
quince años de edad, eligió la vida de su bebé por nacer. Estaré
eternamente agradecido de esa decisión, porque ella estaba embarazada de
mí.
La
vida no siempre fue fácil para mí, por haber crecido con una madre
adolescente, que más tarde se convirtió en una adicta a las drogas y el
alcohol. Sin embargo, yo siempre supe que era muy querida. Cuando mi
madre biológica no era capaz de cuidar de mí, Dios siempre lo hacía.
Ella murió de una sobredosis cuando yo tenía nueve años. Tenía 25 años.
A
menudo, los partidarios pro-aborto hacen declaraciones como: "Usted no
sabe lo que es crecer en la pobreza o con padres alcohólicos" o "Ningún
niño que quiere nacer en la pobreza o en una familia de alcohólicos". Yo
he vivido esa vida, y, debo admitir que, si se les da la opción de
tener una familia con dinero y sin adicción, en comparación con la vida
que tenía, probablemente escogería la primera opción; pero, si se da la
posibilidad de elegir entre la vida que tenía y una sentencia de muerte,
volvería a escoger la vida que tenía.
A
pesar de crecer en una familia pobre que sufría de adicción, nunca me
sentí como si no quisiera vivir. En realidad, nunca vi mi vida tan
difícil, porque no conocía nada diferente. Ser hija de una familia pobre
y adicta no me define, ni tampoco hace que mi vida sea menos valiosa
que la de cualquier otra persona que pueda estar leyendo esta historia.
Tres
años después de la muerte de mi madre biológica, me senté en un palacio
de justicia de Rusia. Un juez ruso aprobó mi adopción a mi familia
americana. Pronto me trasladé a Estados Unidos y ahora, cinco años
después, estoy en el último año de escuela secundaria, con un promedio
de 3,2. Acabo de ser aceptada en la universidad donde voy a estudiar
enfermería.
Mi futuro es brillante, y mi vida es increíble, todo gracias a una quinceañera, con una valiente decisión de elegir la vida.
Cuando
reflexiono sobre lo que mi madre biológica pudo haber pasado, y en
todos los argumentos que los pro-aborto dan a una chica para que aborte,
me doy cuenta de que soy un 90% de esas razones, por eso soy una
persona con un firme propósito: compartir mi historia.
Fuente: SJA Today
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