Beatriz llevaba dos años intentado quedarse embarazada. Por fin, un 28 de diciembre, el test de embarazo dio positivo... Día de los Santos Inocentes, y nadie la creyó. Pero era real, y el bebé comenzó a crecer. De repente, un bulto extraño en el abdomen desató todas las alarmas. Un cáncer que destrozaba las ilusiones y para la que algunos sólo tenían una solución abortar.
Pero Beatriz lo tenía claro: "¡Qué otra cosa podía hacer, no iba a renunciar al niño! Y no me iba a dejar morir tampoco". Y en la Clínica Universitaria de Navarra le dieron esta opción, "o por lo menos de intentarlo". Ahora, su testimonio ha sido uno de los elegidos por la Clínica para celebrar su 50 aniversario.
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