Cuando dices "un milagro con patas"... ¡y es real!

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Aaron y Amy Vawter estaban esperando ansiosamente la llegada de su segundo paquete de alegría... pero la ecografía de rutina de las 20 semanas reveló un gran problema en el corazón del bebe: solo tenía tres cámaras (en vez de cuatro que tiene un corazón normal) y estaba subdesarrollado, y, por si fuese poco, a esto se le sumaba un diagnóstico de síndrome de Down.


"Si solo fuese el problema cardiaco, podría intentar corregirse (...) pero con la combinación de problemas, no había nada que hacer", contaba Amy. "Usted es joven, puede intentarlo de nuevo, no hay razón para continuar con el embarazo", fue la respuesta de los médicos, "no deje que su marido influya en su decisión, si hace falta nos lo llevamos arriba y hoy mismo hacemos el aborto". La respuesta fue inmediata y tajante, "No", continuarían hasta el final con el embarazo. 

Contaban en su blog: "Durante las siguientes semanas llorábamos y rezábamos, finalmente aceptamos la situación. Nos sentíamos como si ya hubiésemos perdido a nuestro hijo, sin embargo, aún anhelábamos retenerlo. Mi marido me dijo, 'Si tan solo sabe como de amado es, eso ya será suficiente'. El apoyo de nuestra familia y amigos también fue una poderosa ayuda".

A pesar del mal pronóstico y la falta de esperanza, el embarazo continuó... y las ecografías mostraron que los problemas con los riñones y el cerebro del bebé habían mejorado, incluso el lado izquierdo de su corazón se había compensado. Esto mejoraba notablemente sus posibilidades de éxito en la cirugía, pero aún había que esperar. 

Sin embargo, la frecuencia cardiaca empezó a caer y se vio necesario realizar una cesárea de emergencia. Todavía el corazón era demasiado pequeño y la cirugía no podría arreglar nada. Así, el matrimonio optó por cuidar al bebe en su casa. El pequeño pasó sus primeros meses de vida entre tubos de oxígeno y alimentación. 

A los cuatro meses de edad empezó a activarse, y a los seis meses tocaba revisión. "Los médicos estaban asombrados, el cardiólogo decía 'A veces hablamos de milagros en un sentido informal, pero este es un verdadero milagro... nunca hemos visto crecer y repararse un corazón de esta manera' ". Y a partir de entonces, empezó a ganar peso y a activarse.


Ahora Mateo (que significa regalo de Dios) tiene siete años y es un niño totalmente normal. Le encantan los animales, los automóviles, mirar libros, cuidar de su hermana... y todo con un corazón prácticamente sano. "Quién iba a pensar dónde estábamos hace seis años, parece que la vida ha sido diferente. ¡Está sano, feliz, activo y divertido! "

Esta maravillosa historia se está difundiendo a lo largo y ancho de todo el orbe y mostrando a todo el mundo que cada vida tiene un valor infinito. "Esperamos que las personas que lean su historia vean el síndrome de Down de forma diferente (...) Puede que no sea lo que esperabas, pero es hermoso. No siempre es fácil, pero siempre vale la pena".


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